La graduación del boy scout temerario e impetuoso
Xavier Q Farfán
Capítulo III. El dictador lunático Vórcex. Segunda parte.
Mientras vagaba por ahí al lado de la Nano-esfera chispeante se iba recomponiendo poco a poco de tanto sobresalto; Bolos ya no se sentía tan atarantado e intentó poner orden a sus pensamientos haciendo un recuento de los acontecimientos tan dramáticos a los que había sobrevivido. Trataba de recordar palmo a palmo lo sucedido.
-¿Estas bien, amigo?, te noto muy pensativo- inquirió la lucecita.
-Ya me siento mucho mejor, gracias; sólo estoy intentando hacer memoria, pero la verdad no comprendo, creo que estoy más confundido- respondió cortésmente. Y luego en voz alta empezó a recrear su recorrido: -en cuanto toqué la ventana virtual, una fuerza muy poderosa me sacó del Laberinto de las Rocas Silenciosas, luego sentí que caía a gran velocidad por un túnel muy oscuro que, pensé, era la Zona Plana; creo que eso fue lo último que supe. Ahora estoy en un sitio totalmente desconocido, y por lo que me dices, muy lejano. No entiendo nada-.
-Ni te preocupes- le animó la esfera, -en el espacio suceden cosas tan incomprensibles, que no tiene ningún sentido tratar de entender; lo importante es que estás bien, y al parecer en tus cabales- bromeó.
-Es probable que la Zona Plana sea sólo una fábula inventado por algún viajero afiebrado y en realidad lo que sucedió fue que atravesé por una agujero negro- aventuró el anaranjado.
-Ni lo sueñes amigo, eso no es posible porque si una cosa de ésas te llega a atrapar, ni la cuentas. Bueno eso es lo que dicen.
-Oye ¿Te suena el nombre de Druma?- preguntó Bolos. -Es un planeta aventurero, como yo.
-No, no me suena. he conocido a muchos vagabundos que pasan por esta parte en camino del Campo de Lluvia Plateada pero ninguno con ese nombre.
Por su parte, la Nano-esfera seguía con su exposición, muy ilustrativa y didáctica, hay que reconocerle, del vecindario; sin embargo al notar sus respuestas automáticas, optó por guardar silencio y dejó que Bolos continuara con su abstracción mientras flotaban sin dirección aparente. En su introspección, el anaranjado pudo entender, por una parte, que la decisión de abandonar su casa inicial, había sido una pedante exhibición de rebeldía juvenil, y por la otra, que llevado por una auténtica visión exploradora, podría alcanzar sus más ambiciosos propósitos de vida. Al final de cuentas era un hecho consumado al que no podría modificar ni un milímetro, siquiera. Comprendió también que se trataba de asumir con aplomo las consecuencias de todos sus actos, incluso los de poco juicio. Hacerlo le proporcionaría la habilidad de tomar mejores decisiones en el futuro.
Este ejercicio le estaba sentando bien a Bolos; el chapuzón que se daba en lo más profundo de sus pensamientos y de sus emociones, le abría el panorama extraordinariamente. En todas las experiencias del pasado que pusieron a prueba su temple, las más peligrosas y hasta las más divertidas, habían detalles en común que pasó por alto: siempre recibió, de alguna manera, la ayuda de alguien. Ahora le quedaba claro que sus recursos personales habrían sido insuficientes para superar todos los retos del pasado. Pensó en Zungaar, en Druma y en las esferitas. La experiencia y la sabiduría de aquellos fue determinante para que pudiera llegar hasta donde estaba, y las Nano-esferas, aún diminutas e insignificantes, en dos ocasiones lo sacaron de líos muy gordos. Captó en ese momento que el tamaño o la brillantez o la posición importan muy poco cuando se trata de la solidaridad con otros y que siempre se podrá ser útil para alguien.
Se pudiera decir que tras estas cavilaciones Bolos cambió radicalmente su visión. Recordó la afirmación aquella de Zungaar de que en el espacio las cosas suceden vertiginosamente, y aunque le parecía demasiado breve, muchas cosas sucedieron en el tiempo desde que salió del dominio de Helio a esta parte. También se pudiera decir que estos momentos reflexivos, de autoconocimiento, vigorizaron sus más anhelados proyectos personales y de paso, fueron su graduación como un explorador más maduro y seguro de sí mismo. Ya no era más el boy scout temerario y impetuoso.
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