sábado, 2 de enero de 2016

La leyenda de Ricardo el descalzo

Xavier Q Farfán

Crónicas del Sendero de la Gruta. Primera parte

   El Sendero de la Gruta es uno de los paisajes más hermosos de la región, pero por las noches se convierte en un pasadizo aterrador colmado de fantasmas y criaturas infernales. Al menos eso aseguran los vecinos de El Leñoso, pueblito cercano a la montaña; dicen que muchas personas desparecieron cuando temerariamente se atrevían a cruzarlo en medio de la oscuridad, pero lo cierto es que jamás hubo algún reporte oficial y tampoco nadie se quejó nunca de que faltara alguien. Verdad o no, esta presunción popular que se fue tejiendo entre chismorreos y supuestos con el correr de los años, le dan ese tufo siniestro que atemoriza a tantos. Hubo, por supuesto, hombres muy valientes, o por lo menos curiosos, que intentaron desvelar su enigma. Ricardo Cuervos, el Descalzo, era uno de ellos y al final de su incursión de la que milagrosamente salió vivo, quedó como retrasado y sus hermanas menores Lila y Toña tenían que limpiarle las babas que le escurrían de la boca todo el tiempo.
   El inicio de la construcción del Sendero de la Gruta se perdió en la penumbra de un pasado sin registros y los habitantes más viejos de El Leñoso especulan que cuando sus antepasados llegaron a la región el camino ya estaba ahí, que lo habían hecho para bajar cargamentos enormes de oro desde las crestas de la sierra de la Virgen. Y para explicar los sucesos tan macabros que se presentan durante la noche, por supuesto que también hay sus versiones, todas muy descabelladas y todas tenidas por ciertas entre los habitantes del poblado, que, a pies juntillas, creen todo lo que escuchan. Todas las historias son verdaderas en El Leñoso y no se trata de una ingenuidad bobalicona, sino una convicción genuina tan cercana a la fe que no necesita explicación alguna. Aseguran, por ejemplo, que todos en el pueblo son familiares y que llegado el momento, o la necesidad, se casan entre ellos y que nunca, hasta la fecha, se ha presentado ningún caso de hijos fenómenos. El único raro, decían, era Ricardo el Descalzo, que por andar haciéndose el héroe en el Sendero de la Gruta algo lo asustó y quedó tonto.
   El Leñoso es un pequeño pueblo situado a menos de una legua de la Sierra de la Virgen, macizo de montañas muy altas y escarpadas generosamente poblado de pinos que se extiende paralelo al río Roto, donde se vierten sus deshielos al finalizar el invierno. Sus habitantes son pocos, unos ochenta, y como ya se sabe, todos son familiares. La mayoría vive de rebuscar y raspar restos del oro -que en su momento dio pujanza y renombre a la región- en las minas abandonadas, allá arriba en las cimas de la Virgen. Y aunque la naturaleza les regaló múltiples dones, los habitantes de El Leñoso son muy respetuosos de ellos; cortan los abetos sólo para cosas muy necesarias y nunca arrojan desechos de ninguna clase en el río, de manera que se puede beber agua en la orilla sin ningún temor. Allá las vida es más bien sosegada y en ocasiones precaria, sobro todo cuando el poco oro que le queda a la montaña se rehúsa a mostrarse y sus habitantes sobreviven invocando su pasado glorioso y mejorando, noche tras noche frente a la fogata comunal, los mitos y leyendas arrastrados desde siempre y tenidos por ciertos, como una suerte de historia local alterna no escrita ni enseñada en la única escuela del lugar. Embarradas a la realidad de tal modo que es difícil distinguirlas, las leyendas, pues, gobiernan la convivencia cotidiana de este pueblo escasamente poblado, en el que casi todos son primos y tíos, y que también, debo decirlo, son excelentes anfitriones.
   El rumor de las desapariciones nocturnas en el Sendero de la Gruta llegó hasta mi oficina como una historia verídica confirmada y mi deber era corroborarla para poder incluirla en Catálogo General de Leyendas Nacionales , así que empaqué y emprendí el viaje hasta El Leñoso.

çontinúa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario