SEGUNDA PARTE
Los mexicanos que estamos vivos no los hemos tenido, pero a nuestros antepasados si les tocó tener alguna vez tener algún monarca: durante de la infausta llegada de los españoles (infausta porque eran españoles, no por otra cosa) en México gobernaba Moctezuma Xocoyotzin, huey tlatoani, que literalmente se traduce como el gran orador, pero que de facto era un rey. A Moctezuma lo precedieron Ahuizotl y Tizoc y por lo que sabemos la vida entonces era bastante normalita. Nadie se quejaba por tener un rey como gobernante, quizás porque estaban a gusto, o quizás por que no sabían de otras formas de gobierno. Quién sabe.
Luego de la conquista y ya como parte de la corona española, nuestro país fue gobernado por monarcas de la casa de los Habsburgo y de los Borbón. El último rey peninsular que tuvimos fue Fernando VII (1808), quien cortésmente cedió los derechos sobre México nada menos que a Napoleón Bonaparte, aquel bravo chaparrito emperador de los franceses. Y para que no digan, claro que también hemos tenido emperadores. En el Primer Imperio Mexicano Agustín de Iturbide (1821) se proclamó emperardor pero el gusto le duró sólo unos meses: tuvo que abdicar y huir. Para el Segundo Imperio Mexicano, los franceses nos endilgaron al archiduque Maximiliano de Habsburgo Lorena (1864). Tal empeño acabó tres años más tarde en el Cerro de las Campanas, Querétaro. Y acabó mal, por cierto.
Bueno, ya vimos, apuronamente, que los mexicanos sí hemos tenido reyes, así que el tema no es ajeno y no debería sacarnos tanto prurito. Podemos probar un par de años, digo, a nadie le daría diabetes por eso. Además ya somos duchos en calarnos con diferentes formas de gobierno, ¡hasta democracia hemos tenido! Y eso que Don Porfirio opinaba que no estábamos preparados para esa. ¿Qué tal si pega? ¿Qué tal si los anhelos y las promesas ancestrales que arrastramos inmerecidamente se empiezan a cumplir?
Además, mi querido único lector, el asunto que te propongo no es tan engorroso como parece; tenemos ya muchas cosas que se pueden aprovechar: por ejemplo el lugar en donde vivirán los monarcas ya está resuelto. Claro, el hermosísimo Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México, en el mero centro del Reino Mexicano. ¿No es genial?. También ya tenemos cortesanos, muchotes, y también bufones a pasto. Entiendo que el tema jurídico es espinoso, porque hacer convivir a un sistema republicano federalista con una monarquía no es un asunto menor, pero tenemos en México abogados maravillosos que han resuelto entuertos mayores. Un poco de manoseo en la Constitución y listo. ¡Carajo!, qué emocionante sería ver en las noticias de la TV cuando el Papa Francisco reciba en el Vaticano, al Rey Fulanito I y su esposa, su Graciosa Majestad Menganita I, monarcas de Mëxico.
Alguien aún no muy convencido se preguntará que cómo diablos le vamos a hacer para elegir a la primera paraje real, que habrá de ser la cimiente de una dinastía portentosa que perdurá per saecula saeculorum. En la próxima entrega, este humilde foro hará algunas sugerencias al respeto. Namasté.
Alguien aún no muy convencido se preguntará que cómo diablos le vamos a hacer para elegir a la primera paraje real, que habrá de ser la cimiente de una dinastía portentosa que perdurá per saecula saeculorum. En la próxima entrega, este humilde foro hará algunas sugerencias al respeto. Namasté.
continúa
No hay comentarios:
Publicar un comentario