viernes, 4 de julio de 2014

¡Felicidades amigous gringous!

Xavier Q Farfán

A 238 años de la firma de la Independencia de E.U.

   Justo en este día, pero del año 1776 en Filadelfia, Pensilvania, la ciudad del  "amor fraternal" y refugio de la tolerancia religiosa, los ciudadanos John Hancock, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams, entre otros, firmaron y leyeron solemnemente la Declaración de Independencias de los Estados Unidos, con la que se desmarcaban para siempre de la corona británica. Así que felicidades a los gringos por su cumpleaños y que sean muchos más. 
   Podría ponerme mamón y hacer un discurso lacrimógeno para ellos,  para "mis hermanos americanos que el día de hoy celebran un Aniversario más de libertad y democracia", pero no, no son mis hermanos ni mis primos; son nada más mis vecinos y les deseo lo mejor este día de fiesta estadounidense. Y vaya que es de fiesta, pues los americanos festejan su Independencia a lo grande y algunos eventos ya son emblemáticos de la fecha. Entre otros, los fuegos artificiales en el Río Hudson, en Nueva York o los del Capitolio o los de la Montaña Rushmore; las carreras de coches de Nascar e Indycar, el concurso de salchichas de Coney Island, los desfiles bicolores (azul y rojo) de cualquier ciudad y los infaltables conciertos.
   Como no se me ocurre nada original para regalarles hoy, mis amigos yanquis tendrán que recetarse, como obsequio, el siguiente apunte sobre su escudo, que por cierto, no es un escudo propiamente dicho, es solo un sello para validar documentos oficiales.




   El anverso del sello es un águila calva con un blasón de 13 franjas en el frente; en sus garras sostiene una rama de olivo (paz) de 13 hojas y un puñado de 13 lanzas (poder militar): sobre la cabeza figuran 13 estrellas agrupadas. El número 13, reiterado en este escudo, no está por cuestiones mágicas, sino que es una alusión a las trece colonias originales de E.U.  La leyenda en latín E pluribus unum se traduce como "de muchos, uno".


    El reverso del sello tiene una pirámide inconclusa con trece escalones y coronada con un triángulo con el ojo de la Providencia (símbolo de Dios). Este elemento se ha asociado a la masonería, pero en la época de la Declaración, todavía no era un símbolo de la logias.  Las leyendas en latín Annuit coeptis y novus ordo seclorum traducen respectivamente como "aprobar lo que se inicia" y "nuevo orden de los siglos".

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