martes, 22 de julio de 2014

"Parral me gusta hasta para morirme": Pancho Villa

Xavier Q Farfan

La Cripta y el Mausoleo vacantes de mi General

   Dicen por ahí que debemos tener mucho cuidado con lo que se deseamos de corazón ferviente, porque más temprano que tarde se nos cumple. Sin importar la categoría de nuestros anhelos, sublimes o ridículos, invariablemente se materializarán cuando se solicitan con tal vehemencia que a Diosito no le queda más remedio que aflojar. Disculparás, ilustre lector, el lenguaje llanero pero el día de hoy no amanecí exquisito, como de costumbre.
   A todos nos puede suceder que cualquier tarde, de repente, se nos conceda un sueño tenazmente trabajado. Así le pasó a mi General Villa hace exactamente 91 años, cuando lo asesinaron en calles de Parral, Chihuahua (Capital del Mundo, para mayores datos). Resulta que uno de los sueños más largamente acariciados de Francisco era morir en aquella ciudad cosmopolita. "Parral me gusta hasta para morirme", decía. Y se la cumplieron, a balazos, el 20 de julio de 1923. Y ahí se quedó el General, para su descanso eterno, en la tierra de sus amores. Aunque sea de forma simbólica.
   En efecto, su reposo en el suelo parralense es simbólico puesto que su tumba en el Panteón Dolores está vacía, porque en 1976 algún picudo del gobierno de entonces se llevó los restos de Villa al Monumento de la Revolución, en la Ciudad de México. Abandonada y todo, a la tumba no le faltan visitas todos los días. Perdida entre millares de lapidas de muertos distinguidos, y no tan distinguidos de Hidalgo del Parral, la última morada del Centauro del Norte es tan sencilla como un muro de fondo y una placa al frente que informa del famoso ex-ocupante. A la derecha del muro, en un obelisco de la misma altura figura una, desafortunada para mí, réplica en relieve de su máscara mortuoria.
   Diez años antes de morir, supongo que en su minuto faraónico, mi General Villa mandó construir en la ciudad de Chihuahua un pretencioso -y a últimas fechas contencioso- mausoleo en el que habrían de quedar sus restos mortales, según sus deseos expresados a los allegados. Levantada en terrenos del antiguo cementerio de Nuestra Señora de la Regla, la cripta es del estilo "más te vale que me guste", pedido por el revolucionario al constructor. No es necesario decir que el arquitecto entregó una pequeña maravilla neoclásica.
   Pero ¿por qué el deseo de Pancho Villa de morir en Parral, y luego que sus restos fueran llevados a Chihuahua? Esa es una muy buena pregunta para la que no tengo respuesta cierta. Eso sí, puedo especular un poco al respecto e imaginar que en su fuero interno, finalmente fuero interno de militar, el General deseaba encabezar una procesión fúnebre desde la cuidad minera hasta la Capital y darse un baño final de pueblo, para terminar en su mini catedral personal. Quién sabe. Lo cierto es que su personalidad siempre fue polémica y muchas son las leyendas, los mitos, los cuentos que a lo largo del tiempo se han ido tejiendo en torno suyo. La verdad final se la dejamos a biógrafos e historiadores para que ellos solitos se hagan bolas.

La Tumba de Villa, en Parral. Vacía desde 1976.

El Mausoleo que el General se mandó a construir
en Chihuahua y que nunca ocupara. 


Para terminar, un corridito. Faltaba mas.
      
                                  

    
   

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