Píldoras de excelencia para México. Segunda dosis
Hace unas semanas iniciamos el tratamiento intensivo para desterrar de nuestro México una serie de costumbres y creencias funestas que muy poco ayudan para que alcancemos nuestra plenitud como ciudadanos y como hombres de bien; antes bien, son un muro que nosotros mismos construimos y que ahora no podemos saltar para vislumbrar un futuro mejor.
Hay quien supone que este estado de cosas es muy conveniente para un grupo de poderosos en particular, dado que una sociedad alienada es más fácil de manipular y conducir, dicen. Tiene sentido, no es descabellado creer así, pero las cosas van más allá de una conspiración largamente planeada: tiene que ver con la satisfacción personal, mínima y temporal, que los mexicanos pretendemos; ese conformismo de banqueta con el que voluntariamente limitamos nuestras capacidades. ¡A la goma con todo esto!
Ahora sí, a cazar brujas
Los sociólogos utilizan el término pánico moral para describir la reacción de un sociedad ante una amenaza para su estabilidad por parte de una minoría ajena o próxima. Normalmente es una percepción exagerada, muchas veces falsa, con una respuesta también exagerada. Pongamos por caso a las brujas, perseguidas desde tiempos inmemoriales por sus supuestas prácticas mágicas y de adoración al diablo, muy contrarias a la fe cristiana dominante desde entonces.
Este término, devaluado como está, ha sido el escudo protector de infinidad de malhechores nacionales con cargos públicos, que invariablemente lo invocan cuando son acusados de algún delito y que casi siempre es robarse el dinero de la hacienda pública.
-"Es una cacería de brujas, yo soy un funcionario íntegro que nunca ha tomado un céntimo de las arcas públicas. Es sólamente un complot en mi contra"-, dice el sospechoso vaquetón y ratero.
Y como nuestro país es moderno, libre de usos medievales como cazar brujas, el bandido queda libre y perdonado para largarse al Caribe a gastar su dinero mal habido. En algunos casos hasta una disculpa pública exigen, y pues como no cazamos brujas, se la tenemos que dar:
-Perdone usted Licenciado, todo fue producto de una confusión involuntaria muy desagradable, pero para aliviar un poco los daños ocasionados en su persona por este desaguisado legal, aquí tiene unos milloncitos y ojalá algún día los pueda superar. Que Dios lo bendiga-.
Pero esto ya se acabó: en adelante todos los políticos malvivientes que se atrevan a tocar el dinero público, irán a la cárcel con todo y chivas. Y que agradezcan que no estamos en otras tierras, donde a los ladrones les cortan las manos o les imprimen con fuego en la frente las letras LD (Ladrón despreciable) ¿Te imaginas, paciente lector, a todos los políticos mexicanos pillos muy orondos, paseando por las calles, sin manos?
- Pero, ¿qué le pasó señor Diputado? ¿Porque no tiene usted sus manos? ¿Se las cortaron por ladrón?-
Los sociólogos utilizan el término pánico moral para describir la reacción de un sociedad ante una amenaza para su estabilidad por parte de una minoría ajena o próxima. Normalmente es una percepción exagerada, muchas veces falsa, con una respuesta también exagerada. Pongamos por caso a las brujas, perseguidas desde tiempos inmemoriales por sus supuestas prácticas mágicas y de adoración al diablo, muy contrarias a la fe cristiana dominante desde entonces.
Este término, devaluado como está, ha sido el escudo protector de infinidad de malhechores nacionales con cargos públicos, que invariablemente lo invocan cuando son acusados de algún delito y que casi siempre es robarse el dinero de la hacienda pública.
-"Es una cacería de brujas, yo soy un funcionario íntegro que nunca ha tomado un céntimo de las arcas públicas. Es sólamente un complot en mi contra"-, dice el sospechoso vaquetón y ratero.
Y como nuestro país es moderno, libre de usos medievales como cazar brujas, el bandido queda libre y perdonado para largarse al Caribe a gastar su dinero mal habido. En algunos casos hasta una disculpa pública exigen, y pues como no cazamos brujas, se la tenemos que dar:
-Perdone usted Licenciado, todo fue producto de una confusión involuntaria muy desagradable, pero para aliviar un poco los daños ocasionados en su persona por este desaguisado legal, aquí tiene unos milloncitos y ojalá algún día los pueda superar. Que Dios lo bendiga-.
Pero esto ya se acabó: en adelante todos los políticos malvivientes que se atrevan a tocar el dinero público, irán a la cárcel con todo y chivas. Y que agradezcan que no estamos en otras tierras, donde a los ladrones les cortan las manos o les imprimen con fuego en la frente las letras LD (Ladrón despreciable) ¿Te imaginas, paciente lector, a todos los políticos mexicanos pillos muy orondos, paseando por las calles, sin manos?
- Pero, ¿qué le pasó señor Diputado? ¿Porque no tiene usted sus manos? ¿Se las cortaron por ladrón?-
- No, cómo cree usted tal barbaridad, yo soy un hombre decente; lo que pasa es que el otro día estaba jugando a las manitas calientes con el tren, y perdí-. No po´s sí.
Todos sabemos bien que la cárcel es el castigo por excelencia en México, además no hay otro. Sin embargo lo hemos convertido en un asunto arteramante discresional: en el bote muchos de los que están, no debieran, y los que debieran estar, no están. Yo se que es una perogrullada, pero bueno...
Se utiliza en los niveles master de las política mexicana, sólo como un amago, para hacer esa demostración, inmoral y grotesca, del músculo entrenado. "No te metas conmigo ni con mis amigos, porque ya sabes". Pero esto ya se acabó. Y también se acabó esa figura indulgente de la "inhabilitación", que es como un caramelo para los funcionarios desleales.
-"Su delito de robar dinero ajeno es muy grave, señor, por lo que lo tendremos que inhabilitar durante 10 años y no podrá ocupar puesto público alguno. Luego de este plazo, y si se le acabare el dinero sucio que ahora lleva, puede usted regresar por más, que aquí lo estaremos esperando muy contentos, para que nos vuelva a ver la cara de pendejos, señor". Namasté
Todos sabemos bien que la cárcel es el castigo por excelencia en México, además no hay otro. Sin embargo lo hemos convertido en un asunto arteramante discresional: en el bote muchos de los que están, no debieran, y los que debieran estar, no están. Yo se que es una perogrullada, pero bueno...
Se utiliza en los niveles master de las política mexicana, sólo como un amago, para hacer esa demostración, inmoral y grotesca, del músculo entrenado. "No te metas conmigo ni con mis amigos, porque ya sabes". Pero esto ya se acabó. Y también se acabó esa figura indulgente de la "inhabilitación", que es como un caramelo para los funcionarios desleales.
-"Su delito de robar dinero ajeno es muy grave, señor, por lo que lo tendremos que inhabilitar durante 10 años y no podrá ocupar puesto público alguno. Luego de este plazo, y si se le acabare el dinero sucio que ahora lleva, puede usted regresar por más, que aquí lo estaremos esperando muy contentos, para que nos vuelva a ver la cara de pendejos, señor". Namasté
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