viernes, 20 de junio de 2014

Joe Di Maggio y Babe Ruth, taxistas de Nueva York

Xavier Q Farfán

Coño, la maquina del tiempo se ha averiado

19 de junio de 1846. NUNCA se realizó el primer juego de beisbol en New Jersey

   Es una noticia muy triste para quienes creían que el beisbol era el rey de los deportes, que ahora tendrán que aficionarse a otro, quizás al soccer o al futbol americano, aunque no debieran descartar el nado sincronizado. Lo bueno de esto es que la polémica inútil de cuál es el mejor, sin el sectarismo tradicional de los beisbolistas, bajará a niveles razonables. Al final de cuentas todos son actividades lúdicas con las que los humanos entretenemos a nuestra fibra menos evolucionada. 
   Pero estábamos en la parte que el beisbol no existe, y que todos los personajes que sobresalieron, en el supuesto de que hubiera existido, como Cy Yuong, Babe Ruth, Joe Di Maggio y el Toro Valenzuela, sencillamente se perdieron en el anonimato o probablemente alguno pudo ganar notoriedad en otra actividad. Claro, las aptitudes de estos tipos no eran ordinarias y sin mucha dificultad hubieran destacado en otra disciplina. Pero quién sabe.
   No me puedo imaginar, por ejemplo, a Joe Di Maggio, como taxista en Nueva York, después de haber dormido, si durmió, al lado Marylin Monroe. Supongo que no fue fácil para él lidiar todo el tiempo con la pregunta de sus pasajeros: "¿Lo conozco señor chofer? pues su cara me resulta familiar, no se de dónde". Ni en el más guajiro de sus sueños nuestro taxista se hubiera atrevido a pensar que sus brazos privilegiados, además de abrir y cerrar puertas de coche, le pudieron haber servido para conectar de hit durante 56 juegos consecutivos, un record histórico, en el caso de que el beisbol existiera. Menos aún hubiera soñado en siquiera saludar de mano a Marylin y muchísimo menos en compartir sus sábanas normalmente perfumadas con Channel 5. Y ya sería un sueño muy loco practicar con ella su técnica de bateo, porque como tú y yo lo sabemos, lector mío, el Yankee Clipper le daba sus madrazos a la diva.
   Por su parte, Fernando El Toro Velenzuela, a quien Dios le prestó un brazo izquierdo maravilloso que le es de mucha utilidad en sus labores de agricultor allá en Sonora, no tiene la menor sospecha de que si existiera un deporte llamado beisbol, ahora sería muy rico y popular. El es muy feliz sembrando hortalizas pues no sabe que en la realidad alterna, la beisbolera, también truncó los sueños de office boy de un muchacho, o sea yo. Resulta que algún día del 82, en el esplendor de la carrera deportiva de El Toro, cuando trabajaba en una empresa librera haciéndole los mandados al gerente, en mi hora de comida me metí a algún sitio para verlo lanzar. Despues de 9 entradas extraordinarias de los Dodgers de Valenzuela y de media hectárea de cebada y lúpulo que me automediqué, ya no pude regresar a la oficina y al día siguiente, es entendible, me pusieron de patitas en la calle. Pero no le guardo rencor al Toro, pues como sabemos, el beis ni existe. Pero si existiera Fernando podría haber ganado un Novato del Año y un Cy Young en la misma temporada. De lo que se perdió el zurdazo. Namasté.

Así sería El Toro, si el biesbol existiera, si se hubiera
jugado ese primer juego en New Jersey en 1846. 


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