sábado, 21 de junio de 2014

El Chavo del 8 X 0 = 0

   
     Uups. La máquina del tiempo se ha averiado
Xavier Q Farfán

El 20 de junio de 1971 NO se estrenó El Chavo del 8

   Esto que voy a decir será, para muchos, un crimen horrible por el que habré de pagar con lágrimas de sangre toda la eternidad, ya que sienten que El Chavo les ha acompañado y alegrado gran parte de su vida, que los ha cuidado como una amorosa madre sustituta cuando la verdadera se iba al trabajo. Es duro de aceptar, lo admito, que El Chavo del 8 y sus aventuras divertidas y nada edificantes, fueron en realidad un largo sueño colectivo del que súbitamente hemos despertado todos. Y ya no hay Chavo, ni Quico, ni Ron Damón, ni nadie de la vecindad. Menos la bruja.
   Chespirito, diminutivo tropicalizado de Shakespeare -que es de por sí una pretensión anómala-, es en realidad un vendedor de tepache, que pasea su cochecito por las calles de Iztapalapa. Y un malentendido con el barril en que guarda la bebida, dio pie a la creencia de que el tepachero era un personaje famoso. Te explico, amigo lector. Una tarde, un parroquiano se acercó a Chespirito y tontamente le preguntó:
-Oiga compa ¿vende tepache?
Y molesto por la pregunta tan pendeja, el vendedor reviró con sarcasmo:
-No idiota, ando paseando a un chavo en el barril.
   Esta charla irrelevante generó, por medio del rumor, la distorsión y el tiempo, la idea popular de que el tal Chespirito era un artista muy famoso que tenía un programa de TV también muy famoso, en el que un chavo vivía en un barril. Ahora sabemos que fue un sueño y en vez de la serie, los televisos nos endilgaron, sin piedad, películas de la India María, de Chente, de Pedro Infante y de Resortes.Qué maravilla.
   Los más perjudicados de esta confusión enorme fueron los actores María Antonieta y Carlos Villagrán, que cada vez que iban a buscar trabajo, los promotores siempre les decían
-Si, sí, sí, ya sabemos que son muy buenos, pero lo único que queremos es que se disfracen de La Chilindrina y de Quico y que nos hagan reir.
   Y como no sabían de qué diablos hablaban sus empleadores, María Antonieta y Carlos sólo atinaban a mirarse entre sí, perplejos.
   Para terminar con esto, voy a escuchar el tema intro de esta serie que soñamos todos, que se llama Elephant never forgets, del francés Jean Jacques Perrey, quien demandó a un vendedor de tepache mexicano por usar su música sin permiso. Namasté


   

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