jueves, 12 de junio de 2014

Tropecé de nuevo con la misma güera

Xavier Q Farfán.

   Hace unos días platicábamos en este espacio de algunas manifestaciones "artísticas", que por la fuerza de ser singulares, sus autores las quieren acomodar en el inventario de las bellas artes, que son 7, nada más. Recordarás, lector, a la chica de Luxemburgo que mostró alegremente su vagina en un museo de París, a quien en un ejercicio democrático, luego de pensar y pensar, le otorgué el beneficio de la duda. Pero no, no hay modo. 
   Le busqué por el lado de la escultura, de la literatura, de la danza, del cine, de la pintura, de la música y de la arquitectura, pero nada pude hacer por la rubia presumida. Definitivamente su bravata púbica no es, repito, arte. Y este asunto ya se tornó personal, pues ahora caigo, si la encueratriz espontánea es una artista seria, sabe perfectamente que lo que hizo no es arte, y entonces ¿por qué lo hizo? Muy sencillo: el afán de notoriedad, de que la vean, de que hablen; y aunque su técnica sea muy poco ortodoxa, la nena logró fama instantánea, en minutos. Me imagino que sus otros talentos, si los tiene, iban muy despacio, pero con el turbo de "sus partecitas" llegó a donde quería llegar. Bien por ella.
  Te decía, lector amigo, que esta cuestión ya se hizo personal pues yo, inocente que soy, caí redondo en el garlito, y aquí estoy con mi bocota, no una vez, ¡dos veces!, hablando de la güera del museo. Pero juro venganza y cuando me la encuentre por ahí no la voy a saludar, para que se eduque.
   Para olvidar más rápido este asunto voy a recordar ejemplos de cada una de las 7 artes, que son mis favoritos.

Arquitectura. El edificio Empire State, en Nueva York, diseñado por William F. Lamb.



Pintura. La Habitación de Van Gogh en Arles (1889). Vincent Van Gogh



Escultura. La Piedad. Miguel Angel (1498)


Cine. The Shawshank Redemption (Sueño de fuga). Frank Darabont (1994)



Danza. Ballet El Hada de Azúcar. El Cascanueces de Tchaikovsky



Literatura. El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García M. (1985)



Música. Las Cuatro Estaciones. Antonio Vivaldi (1725)


 
   Ahí te los dejo, amigazo mío, a ver si tenemos algunas coincidencias en este tema de las 7 artes, que ciertamente es de percepción personalísima, pero tampoco se trata de abusar. Y ya me voy porque quiero conocer a Gabriel, que nació ayer, en medio de mucha alegría. Mi esposa y mi hijos insisten en que es mi nieto, pero nel pastel, es mi sobrino. Namasté.

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