martes, 6 de mayo de 2014

Barak, ¿verdad que sí me quieres?

Xavier Q Farfán

SEGUNDA PARTE

USA, moderna Torre de Babel

   Está muy claro que Estados Unidos es el país más poderoso sobre la tierra y también está muy claro que pronto ya no lo será, pues los aspirantes a sucederlo vienen pisando fuerte. Pero por lo pronto, como potencia mundial y muy rica, sin pedirla, asume la paternidad de los países más fregados y todos quieren beber de ese manantial inagotable de dólares. Y claro que para todos no alcanza, en ocasiones, ni para los de casa. No obstante ahí seguimos, exigiendo trabajo bien pagado, casa, servicio médico y educación, y claro, que nos hablen en nuestro idioma porque no sabemos inglés y no tenemos ganas de aprenderlo. Hablo de mexicanos, centroamericanos, coreanos, chinos, indios, cubanos, africanos...
   Por su parte los gringos, perfectamente consientes de su necesidad de mano de obra masiva y barata, de médicos, de enfermeras, de técnicos, etc.,  hacen lo que pueden por tener medianamente contentos a los inmigrantes: les abren espacios políticos, culturales, legales; pero para todos no alcanza, es imposible. Entonces, amigo lector, sin pretender imponer ningún punto de vista, ¿crees que tratar de regular la entrada, y a veces evitarla, de miles de aspirantes al american lifestyle, sea una cuestión racista?  No soy fan de Estados Unidos pero es evidente que, aún a regañadientes, asume obligaciones que no están en un ningún manual o en las instrucciones de uso de los países, y bien podría no asumirlas.
   Un breve paseo por el territorio americano nos puede ayudar para ilustrar un poco el tema. Si lo empezamos en Miami, Florida, por ejemplo, de no ser por la modernidad y progreso, creeríamos estar en La Habana, por tanto cubano y tanta salsa -con todo y la fenomenal bravata yanqui del bloqueo total a La Isla-. Si avanzamos más al norte, en Nueva York, y nos sentamos por media hora en Times Square, en el centro de Manhattan, podremos ver desfilar frente a nosotros multitud de personas con atuendos y parloteando idiomas que ni siquiera imaginamos que existan. Todavía más al norte, en Nueva Inglaterra, notaremos que los irlandeses instalaron ahí la sucursal americana de su país -en color verde, por supuesto-. (Nota. Nueva Inglaterra no es una ciudad o un estado, se la denomina así a la región noreste que contiene a Maine, Vermont, Rhode Island, New Hampshire, Connecticut y Massachusetts y su ciudad más prominente es Boston).
   Finalmente crucemos todo el continente para llegar a California, y en cualquiera de sus pueblos y ciudades, habremos de pensar que andamos por algún país latinoamericano. En algunos sectores del este de Los Angeles, por ejemplo, es poco probable que escuchemos hablar inglés a alguien. Ahí se da el racismo al revés, contra los gringos, los dueños de la casa, pues.
   Mañana le seguimos con el dilema negro, si lo permites, mi querido único lector. Namasté.


  

No hay comentarios:

Publicar un comentario