viernes, 9 de mayo de 2014

La mamá cursi

Xavier Q Farfán

A propósito del Mes de las Madres

   Ni duda queda: mayo es el mes de las madres en casi todo el mundo; son pocos países que las festejan en otras fechas. Por ejemplo, creo que los amigos argentinos lo hacen allá por octubre. Nosotros, en México, decidimos que el 10 de mayo era el día perfecto para tal  homenaje y como en México tenemos una relación muy singular, nunca resuelta, con nuestras madres, hicimos que la fiesta se convirtiera, con el devenir del tiempo, en un convite patético y sensiblero. La neta que ese día mis paisanos y yo damos pena ajena. Ojalá que alguien piadoso prohíba esta celebración nuestra.
   Es lógico que todos amemos a nuestras mamás, porque no quererlas no es de Dios y además porque nos dieron la vida generosamente, sin investigar siquiera qué clase de engendro llegaría. Es perfectamente lógico. Pero el amor y el agradecimiento por la vida, claramente genuinos, se los expresamos de formas por demás torcidas y sorprendentes. Yo se que tú no, lector, pero muchos sí. Veamos.

A tu madre no le gustan las serenatas, ¡entiende!

   Una de las maneras más socorridas para festejar a las progenitoras, es llevarles serenatas con tríos, con rondallas, con mariachi, con bocinas, no falta cómo. El hijo amoroso lo planea con sus amigos días antes para que todo salga de maravilla, y se chuta un par de tragos "para que la voz se aclare". Y ahí va, a las dos de la mañana, a cantarle a su mamacita. Piensa, por alguna extraña razón química o eléctrica de su cerebro, que la señora estará feliz con sus canciones. Pero me temo que no. Luego del susto por los alaridos de afuera, la señora, visiblemente encabronada piensa, sin decirlo, "otra vez el mongolito con su pinche música, cada-año-es-lo-mismo, de haberlo sabido no abro las piernas". No es, pues, muy listo quien para festejar a su mamá la despierta con gritos en la mitad de la noche. Habrá señoras que si lo disfruten. Allá ellas.
   Por supuesto que les encanta la música -en horas decentes, claro- y llevarles un CD de sus artistas favoritos es una buena idea, no genial, pero buena idea. Sin embargo, por aquella extraña condición cerebral que nos invade sólo el 10 de mayo insistimos en obsequiar a las autoras de nuestros días el disco insufrible de Denisse de Kalafe o el de José José, con sus rolas lacrimosas. ¡Ellas prefieren a Juan Gabriel, por el amor de Dios!. Insisto, habrá mamás cursis que lo disfruten. Allá ellas.

En la casa de tu mamá no hay macetas.

   Según el sapo es la pedrada, dice por ahí la conseja popular, y aplica perfecto para el caso. Creemos que entre más grande es nuestro regalo, más grande es nuestro cariño para nuestras mamás, y que su amor hacia nosotros es también del mismo tamaño. El ECC-10M (Extraña condición cerebral del 10 de mayo) nos lleva a enviarles gigantescos arreglos de rosas, carísimos, que ni siquiera caben en su casa infonavitera. A esto hay que sumarle que es un mito genial, neciamente conservado, eso de que a todas les encantan las flores. Pero claro, como es su hijo y lo quiere mucho, algo le tiene qué decir: "están hermosas, mijito, muchas gracias mi rey". Y si nos fijamos bien, la señora ni macetas tiene en el pasillo, pues porque no le gustan las plantas -los helechos que le regala la vecina se le secan a los 15 minutos- y porque es alérgica, de pilón.

Tú mamá no es Chabelo, no le gustan los niños.

   El mero día 10, invariablemente, llegamos a la casa de nuestras madrecitas desde el mediodía con ollas de comida, bebidas, regalos y por supuesto chamacos. En ocasiones les llevamos amigos para que la feliciten, esos que ya no tienen mamá o bien que no los dejan entrar a sus casas para la fiesta. Pero resulta que la señora está desveladísima por el gallo mamón o porque se puso a hacer tamales o menudo la noche previa.
Hay que decirlo, amigo lector, que lo que menos quiere la doña en este día, son las visitas. Pero nuestra ECC-10M nos indica lo contrario: ¡fiesta, música y comida para mi mamá que-la-quiero-tanto! Lidiar con 3 dementes alcoholizados y con 3 enanos desmadrosos, no es, evidentemente, divertido. En ese momento el mejor homenaje que le podemos hacer es largarnos; ella se encargará de limpiar el tiradero gustosa cuando por fin esté sola. Y habrá, por supuesto, mamas cursis que lo disfruten. Allá ellas.

   Ya con más "seriedá" este foro manda un abrazo a todas las madres que decidan aceptarlo. Namasté.

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