viernes, 2 de mayo de 2014

Gracias señores, se merecen una isla

Xavier Q Farfán

SEGUNDO DIA

   Llegamos a la oficina de mis nuevos amigos poco después de las nueve y ya era una ventisca de actividad: jóvenes vestidos con playeras con la leyenda "se lo merecen" impresa en el frente iban y venían, hablando entre sí, revisando computadores portátiles, atendiendo por teléfono, escribiendo mensajes, en fin. De entrada, toda esta actividad febril me pareció desorganizada, azarosa; pero no, no era así. El propósito central de la causa sincronizaba matemáticamente todos los esfuerzos: homenajear merecidamente a la Clase Política. Muy pronto me encontré haciendo lo mismo que los jóvenes y nunca me acordé de culparme por no asistir a mi trabajo este día.
   El headquarters -como llaman ahora a cualquier oficina de estrategia- de nuestra organización está en un edificio muy moderno, inteligente y ecológico, en una zona de alto valor de la ciudad y tiene una vista privilegiada, en la que sólo hace falta el mar. La renta, me supongo, debe ser alta. Y los chavos voluntarios, a juzgar por su vestimenta, por sus relojes, por sus teléfonos, y por sus modales, parecen ser de familias pudientes. Por un momento todo me pareció un contrasentido: un grupo de personas ricas preparando un homenaje para la Clase Política. Vaya cosa.
-¡Juanlalo!, ¿tienes un minuto por favor?-, me llamó por mi nuevo apodo Elvira, con sus ojos como avellanas brillantes y que, venturosamente, ya me tuteaba.
-La mayoría de los encuestados prefiere que les regalemos unas vacaciones de dos semanas en una isla del Caribe o el Pacífico, en lugar del homenaje. ¿Cómo ves?- me soltó la pregunta así, como si nada.
-Excelente idea-, pude contestar apenas, con cierta conmoción, e imaginando, claro, que yo también podría hacer el viaje.
-¡No se diga más, hagámoslo!-, sentenció decidida Elvira del Mistro, con sus cejas muy pobladas, pero bien cuidadas.
   Fue entonces que aproveche para hacerle a la pregunta que tanto ruido y desconcierto me generaba
-Oye Elvirita, si se puede saber, ¿de dónde sale el dinero para pagar todo esto?, digo, porque no es cualquier cosa lo que estamos haciendo y debe costar una muy buena lana. 
-Así es Juanlalo, está costando mucho billete, pero por suerte tenemos a dos-que-tres benefactores que nos abrieron sus carteras con generosidad. No te voy a decir los nombres, pero algunos figuran en el top-ten de Forbes. ¿Qué tal, eh?- contestó con desenfado y enseguida agarró de por ahí un micrófono inalámbrico para hablarles a todos los voluntarios
-Muchachos, ya sabemos lo que hay que hacer: vamos a organizar las vacaciones de su vida a la Clase Política como un agradecimiento por su aportación al progreso de México. Esta tarde les enviaremos a sus correos instrucciones para que desde mañana, muy temprano, pongamos manos a la obra, ¿de acuerdo?
   Se escucharon en la sala aplausos y uno que otro grito y los jóvenes empezaron a salir, ordenadamente, del edificio inteligente.

continúa

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