domingo, 11 de mayo de 2014

Hola, me llamo Enrique y soy Presidente

Xavier Q Farfán

Un día de ficción en la vida de ficción de un Presidente de ficción

SEGUNDA PARTE

6:30 a.m.
   El Presidente acompañado de esposa llega al comedor del departamento familiar en Los Pinos; ahí un asistente del Estado Mayor Presidencial, el Capitan II, le entrega el resumen informativo con las novedades de la República. Ya sentado revisa detenidamente el informe y le comenta a La Gaviota
-Parece que hoy amaneció tranquilo nuestro país, espero que siga así; hay ciertos problemas en Guerrero y Michoacán, tú sabes, pero estaré en contacto con Miguel Angel para que mantenga la comunicación con los gobernadores por si se ofrece algo-, explica el SP (Señor Presidente) a su cónyuge.

(Perdón por interrumpir tu lectura, lector mío, pero quiero hacer una reclamo público y este momento me pareció adecuado. Me vale madre que el Presidente esté desayunando. Resulta que el título de La Gaviota que le  confirieron a la Primera Dama me parece una falta de educación muy grave, porque dicho título le pertenece a otra mujer, a Margarita Rosa de Francisco, portento de mujer colombiana que protagonizó el culebrón Café con aroma de mujer hace veinte años, en el que se ganó a pulso el derecho de ser La Gaviota, La Gaviotica. Yo se que te importa un pepino, paciente lector, pero deja te cuento que esa telenovela fue la primera que vi completita, y la última -aunque con cierta pena debo confesar que vi algunos capítulos de las brasileñas El Pantanal y Roque Santeiro-. Pero, volviendo a mi queja pública, la esposa de Enrique debiera usar otro título, se lo pido con todo respeto como se le deben pedir las cosas a la esposa de Enrique, el Presidente. Ahora sí, si te quedan ganas, puedes seguir leyendo, estimado lector)

-Señor Presidente, le dejo la agenda del día de hoy. En media hora lo esperan a usted los caballeros de la Barra de Pepenadores, su discurso ya está en el teleprompter, los secretarios que lo acompañan en el podio ya están confirmados, algunos de los invitados ya están llegando. Al parecer todo marcha bien. Luego de la reunión nos vamos a la Campo Marte de donde volaremos al aeropuerto. Más adelante le sigo informando. Con su permiso Señor Presidente- le dice, diligente, el Capitán II.
-Muchas gracias, Capitán- responde el SP con una inclinación leve y breve de cabeza. 
Angélica es quien sirve el desayuno al Presidente: jugo de toronja y cereal integral con leche.
-Mi vida, recuerda que el cereal integral no me gusta, prefiero los Cheerios de miel y manzana.
-Ya lo se Quique, pero se terminaron; ahorita aviso para que traigan más. Por lo pronto acaba de comer, por favor, porque me está ganando el tiempo. Tengo que despachar a los muchachos al cole y luego me voy a Cuernavaca a un evento de los Desayunos Escolares Calientes, creo.- apura la Primera Dama.
-Ok, ok, ya termino. Tú haz lo tuyo, querida, yo recojo la mesa. Ya vete con los chavos. 
   Claro que la asistente Doña Meche no dejó al SP recoger la mesa
-Permítame Señor Presidente-, le pidió educadamente y en un segundo recogió y limpió todo y desapareció por la puerta batiente de la cocina por la que había llegado.
   Y otra vez llegó el Capitan II, como siempre con carpetas en sus manos, esta vez para entregarle un digesto de las columnas políticas más importantes publicadas el día de hoy, ya con anotaciones al margen y subrayadas, para facilitar y hacer rápida la revisión del Presidente y para acompañarlo al Salón Carranza. 
   El joven militar y el Presidente recorrieron pasillos y salas sin hablar; hasta llegar a una habitación contigua al salón, en la que ya se escuchaba ese alborozo expectante que sólo se escucha cuando se espera a alguien muy importante.Ahí le dieron una manita de gato al SP y el Capitán II le dijo que era hora de entrar. En el salón, con un sonido impecabe, el locutor anuncia el arribo del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

continúa

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