Xavier Q Farfán
Tres píldoras para la excelencia nacional
...en ese lugar, donde todo está perdonado de
antemano, todo está cínicamente permitido
Milan Kundera
Habrá quien crea que ya las tenemos de nacimiento, que el DNA ya las codificó en nuestro instructivo genético y que ni modo, que ya no hay manera de cambiarlas, que tendremos que lidiar con ellas y luego heredarlas a las generaciones por venir y así hasta el final de los tiempos. Hablo de ciertas características muy nefastas que los mexicanos hemos cultivado a lo largo de nuestra historia y que terminaron enraizadas en nuestra conciencia colectiva como verdades inmutables. Y son tan nefastas que nos han impedido desplegar nuestro verdadero potencial como hombres libres e inteligentes. Son un lastre pesadísimo que ni la más espléndida de las sinergias puede mover un poco, como una maldita piedra en el zapato auto-impuesta que no queremos sacar porque, finalmente, terminaremos acostumbrados a ella.
La buena noticia es que estas peculiaridades nuestras no son genéticas, son aprendidas; las fuimos aprendiendo poco a poco hasta que se metieron en nuestra personalidad mexicana y se presentaron sutilmente en nuestra convivencia cotidiana como actitudes, como pensamientos, hasta suponer que así éramos y que un cambio, al menos voluntario, no era posible. ¡Y como son aprendidas, estas características se pueden desaprender y se pueden reaprender otras mejores! ¡Claro que sí!
A quienes supongan que tal cosa no es posible, que ya estamos condenados por los genes, que estamos bien así, que para qué le movemos, que no tiene caso, los que estamos convencidos de que sí es posible, y que somos más, les vamos a pedir que por favor se busquen otro país u otro planeta y que se vayan ya. La invitación a largarse aplica también para aquellos que han alentado, para su beneficio, tal estado de cosas. A partir de este momento los que decidamos quedarnos empezaremos a desterrar de nuestras vidas las ideas funestas acerca de nosotros mismos para, ojala, poder acceder a niveles de satisfacción personal y colectivos nunca antes experimentados. Es lo menos que nos merecemos como pueblo y como individuos.
Desde este foro insignificante, perdido en la inmensidad virtual, proponemos como inicio de esta cruzada inédita, botar al carajo a tres axiomas nacionales, venerados desde siempre y que desde siempre han sido una carga envilecedora. Así, de tres en tres, los vamos a ir sacando de nuestra vida común, si te parece, amigo lector.
1.- Los mexicanos no somos los que estamos, con sombreros y sarapes, dormidos a la sombra de un árbol o de un cactus. No señor; esta imagen de la flojera y la indolencia, que muchos la utilizaron para dibujarnos aquí y fuera de México, aún con su tinte cómico o comercial, ya no existe. Ni siquiera el argumento de arte folclórico será válido.
Desde ahora todo cuadro, playera, retablo, pintura, calendario, revista, logotipo, llavero, artesanía, figuras de yeso, etc. que haga referencia a esta imagen de los mexicanos dormidos serán destruídos ipso-facto, porque insistimos, no somos nosotros y quien así lo crea, ya sabe lo que tiene que hacer: largarse con sus dibujitos a otra parte.
2.- La Puntualidad Mexicana no existe. Cuando decimos que vamos a llegar a un compromiso a las 4:00 PM estamos diciendo que vamos a llegar a las 4 Pasado Meridiano y no a las 4 Puntualidad Mexicana, es decir, a las 4 y media. Se entiende que en ocasiones nos gane el tiempo y no podamos ser puntuales, pero no es correcto aducir que llegamos tarde porque somos mexicanos, porque nuestro horario es diferente al de los demás. No, estos relojes convenencieros ya no existen. Esos 15 minutos de tolerancia tampoco. Si nos dicen que a las 9, llegaremos a las 9 y tampoco haremos el papelón cada vez que regresen a nuestros hijos de la escuela porque llegaron un minuto tarde: la entrada es a las 8 en punto y punto. Los que gusten seguir llegando tarde y justificándose con su horario personal, lo pueden seguir haciendo, pero en su nuevo planeta.
3.- En México no arreglamos todo con unas pinzas y un alambrito. No, a lo mejor eso lo llegamos a hacer en un momento que se requería improvisación y creatividad, en una urgencia, pero nada más. En México no hacemos las cosas sobre las rodillas, al "ahí se va"; no, nosotros no somos parchadores de segunda: las cosas las hacemos perfectamente bien o mejor no las hacemos. Nunca dejamos nada que podamos hacer hoy, para mañana o para después. Somos previsores ante cualquier contingencia que se pudiera presentar, incluso ante el clima. Cuando barremos, no escondemos la basura debajo de nuestro tapete, porque es nuestro y no lo queremos con basura.
Estas Tres Pildoras para la Excelencia Mexicana, nos las habremos de tragar al menos una vez por semana, hasta que logremos estar seguros de que el país que deseamos para nuestros hijos sea el que cotidianamente estamos construyendo. Cuento contigo, amigazo lector, y con tus sugerencias de cosas que debemos tirar a la basura. Namasté.
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