martes, 27 de mayo de 2014

¡Colérico vs. Flemático¡ La danza de los temperamentos

  Xavier Q Farfán

Ahora ya sabremos a quién culpar: a los malditos genes

 Cuando al fin nos rendimos de tratar de imponer nuestro punto de vista a los demás, cuando no pudimos convencerlos de que pensaran igual que nosotros, cuando no nos conceden la razón unánimemente, como nos gusta a todos -algunos se desmarcan, fingidamente, de esta tendencia humana-, casi siempre terminamos diciendo: ¡en fin, cada cabeza es un mundo! Habrá algún pedante que exclame: ¡ustedes se lo pierden!  Como todas las sentencias populares, ésta es muy cierta: todos vemos al mundo, lo pensamos, lo imaginamos de modos diferentes. No hay en este planeta, ni habrá, dos personas que piensen exactamente igual. Así lo planeó Dios y si lo planeó Dios es perfecto.
   Este rollo viene a cuento, amigo lector, porque quiero platicar contigo acerca del temperamento de las personas, ese sustrato genético que es el basamento de nuestra personalidad, y que es diferente en todos nosotros. Es, pues, nuestro código de barras personal, intransferible, irrepetible e indeleble.
   Todas las tendencias psicológicas y médicas están de acuerdo en que los temperamentos son cuatro: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico; esta división básica de la personalidad tuvo sus orígenes en la escuela de Hipócrates, padre de la Medicina, en la que suponían que los humores (líquidos) elementales del ser humano eran cuatro y que la enfermedad se presentaba cuando había un desequilibrio en sus niveles.
   La personalidad, como sabemos, es el repertorio de actitudes, sentimientos y conductas que es normalmente persistente y estable durante nuestra vida, y esto la hace, hasta cierto punto, predecible. Así, por ejemplo, cuando decimos que ya conocemos la personalidad de alguien, podemos casi adivinar su reacción ante una circunstancia cualquiera: se va a enojar, se va a poner como loco, va a llorar, se pondrá triste, se pondrá alegre, te va a golpear, te va a abrazar, va a salir corriendo, etc.
   A la personalidad la constituyen el temperamento, o la carga instintiva y genética -nuestro código de barras, pues-, y el carácter, que es resultado de variables sociales, culturales, ambientales, etc. Su interacción dinámica determina nuestras formas de conducta y pensamiento.
   Luego de esta cátedra magistral, que ya quisieran tener en Stanford, Yale, Harvard, Ann Arbor y en la Libre de Psicología (Universidad de las Ciencias del Comportamiento), paciente lector, déjame te recuerdo enseguida algunas peculiaridades de los 4 temperamentos, para finalmente hacer el ejercicio de identificarlos en personajes notables, malos y buenos, vivos y muertos, que han circulado por este mundo.

Y tú, ¿qué temperatura traes? Perdón, ¿qué temperamento tienes?

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Las características en el círculo azul, son los rasgos negativos, los indeseables, pues. Debo de señalar que el temperamento de cada persona no es absoluto; podemos tener ciertas cualidades o defectos, de uno o más de ellos, pero siempre habrá aquel, el predominante, que explique nuestra forma de sentir, de pensar y de actuar.

continúa... pero antes, ¡un poco de música! ¡Venga de ahí!


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