martes, 20 de mayo de 2014

La Olimpiada de los prepotentes

Xavier Q Farfán

Ser los Jefes del mundo sirve para maldita la cosa

   Voy a iniciar este apunte infame con una pequeña historia de mi infancia setentera, y antes de que me digas que a ti qué te importa mi infancia setentera, lectorazo querido, déjame decirte que es muy conveniente para mí recordar y superar algunos episodios traumáticos de mi niñez; así me lo dijo el terapista que atiende mi problema de encabronarme cada vez que mi esposa me pide que vaya por el agua.
   Resulta que de chavito, alguna vez escuche decir a alguien que mi México lindo estaba entre las doce potencias más grandes del mundo,  y que seguiría escalando lugares hasta llegar a los primeros y hablarse de tú con los meros-meros. Resulta que yo me la creí y anduve por la vida cargando la pesada loza de la esperanza fallida durante mucho tiempo: algunas veces íbamos bien, repuntando en la lista; otras, no tan bien, bajando. Yo, por supuesto, hacía mi parte: me aplicaba en la escuela y trataba de portarme bien con mi mamá. Así siguió la cosa, hasta que empece a notar que otros países, diminutos y lejanos, nos estaban rebasando por la derecha. El colmo. 
   Finalmente, extenuado de este rally infructuoso y antes de sufrir un aneurisma juvenil, decidí mandar a la chingada mis pretensiones ampulosas de ser la potencia mundial. Qué alivio se siente, de veras. Ahora me limito a hablar mal de los que sí llegan al nivel máximo de poder en la Tierra.
   Como todos sabemos Estados Unidos es el Jefe actual, y mantener esta condición le exige mucho esfuerzo y sobre todo mucha inversión (cuando los beneficios de una inversión son menores a lo gastado, deja de ser una inversión y se convierte en un gasto), pero lo hacen gustosos porque el dividendo es mayor: aseguran el suministro de materia prima -barata, además- para sus necesidades locales que son insaciables. Y claro que cuando eres el Jefe te ganas la antipatía de muchos, virulenta y criminal en ocasiones. Es muy oneroso para USA custodiar sus intereses alrededor del mundo y cuidar su espalda siempre y la de sus incondicionales: ocupa un aparato militar cuyo presupuesto es mayor al muchos países juntos. Sin embargo la hegemonía de los gringos está cercas de su fin porque otros con complejo de Jefe les están apedreando el rancho: China y Rusia. Cualquier lunes nos vamos a despertar con la novedad de que ya tenemos nuevos patrones globales. Al tiempo.
   Pero, aparte de la evidente necesidad económica, ¿qué otro tipo de motivación lleva a algunas naciones a esa implacable lucha por la supremacía total? ¿Buscarán ser los Jefes para ser felices, por ejemplo? ¿Garantiza niveles de vida superiores para sus ciudadanos? ¿El poder total permite hacer mejores hombres y mujeres? ¿El ideal humano de la igualdad queda resuelto, al menos al interior, del país todo-poderoso? ¿La libertad del Jefe es mejor que las otras libertades? Como las anteriores, podemos hacernos decenas de preguntas y especular con las probables respuestas. Mejor, querido lector, chécate los siguientes datos. Según un reporte de la ONU -hacer este tipo de informes no le quita lo inútil al organismo- los países más felices son

Dinamarca
Noruega
Suiza
Holanda
Suecia
Canada

   Los países con mayor libertad económica en 2014, según un documento de Heritage Foundation y The Wall Street Journal son

Hong Kong
Singapur
Suiza
Australia
Nueva Zelanda
Canadá

   Los 6 países con la mejor calidad de vida de sus habitantes son, según datos de la OCDE

Australia
Suecia
Canadá
Noruega
Suiza
Estados Unidos

   Países con mejor nivel académico en el mundo según reporte de la OCDE

Canadá
Israel
Japón
Estados Unidos
Nueva Zelanda
Corea del Sur

   Resulta muy curioso que los patrones del mundo no figuren en estas listas; antes bien, figuran países con perfil bajo, que no hacen mucha alharaca de su posición. No se necesita un CI de genio para notar que ser super-poderoso no es garantía de ser mejores. Pero si no se trata de ser mejores, ¿entonces de qué se trata? ¿Hay algún motivo inconfesable que no me han dicho, bribones?
   Por lo pronto yo me voy a dormir porque mañana tengo mucho trabajo. Namasté

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