Xavier Q Farfán
Que dice mi mamá que siempre no, que gracias.
SEGUNDA PARTE. Final
Todo el santo día duró la fiesta por el regalo sorpresa y la noche no impidió que continuaran los bailes en las calles de las ciudades, de los pueblos y de las rancherías. Y naturalmente el vino corrió a raudales, mucho vino, bendito vino que nos ayudo a expresar el agradecimiento a los gringos: nuestros primos de siempre ahora son nuestros hermanos. Así es, en la hipócrita hermandad latinoamericana los americanos no caben, pero este día sí; hoy si caben mis carnales americanos del alma. ¡A huevo!
Al otro día, cuando los ánimos fiesteros su serenaron, las interrogantes empezaron a llegar una por una, pero las respuestas no. Eran muchas mis preguntas acerca del suceso reciente, así que opté por consultar a mi contacto permanente -casi espía personal- en Washington, el tal Barrientos.
-Oye Barrientos, tú que estás metido en todo cuéntame por favor qué está sucediendo-, le inquirí.
-Mira hermano, nadie dice nada, acá hay un hermetismo total sobre el tema, pero por ahí me filtraron que la cuestión es meramente económica. Los gringos parece que ya se cansaron de meterle recursos a un barril sin fondo: los inmigrantes no tienen llenadera, dicen. Los estados involucrados son prácticamente una extensión de México; sus habitantes son mexicanos que creen que están en su país todavía. Mira, es como si tu pagaras la música y no pudieras elegir las canciones, en tu propia casa. Así se sienten los gabachos, por lo que escucho. Y si me preguntas por el tema del racismo, déjame decirte que no, que no es por ahí la cosa, lo que quieren es que finalmente los dejen en paz-, me explicó el tal Barrientos. Y lo que me explicó tiene sentido.
La novedad aparentemente tomó por sorpresa al Gobierno de México que no ha dado su punto de vista oficial al respecto. Me imagino que en Los Pinos aún deben estar con cara de ahora-cómo-putas-madres-le-vamos-a-hacer. Pero los que sí reaccionaron pronto, fueron los vividores de siempre, los policastros jurásicos y novatos que han mamado de la generosa chichi del gobierno toda su miserable vida. Ellos llegaron, puntuales, con ideas, con propuestas, con candidatos para administrar la nueva posesión nacional; incluso hasta pagaron felicitaciones y parabienes de media plana en los periódicos nacionales para ¡el Presidente de México! En los corrillos políticos se empezaron a barajar nombres y a hacer apuestas: quién para Los Angeles, quién para Dallas, quién para Houston, quién para Las Cruces, quién para Phoenix, quién para San Diego...
Total que cada quien estaba haciendo sus planes, grandiosos por supuesto, respecto a la nueva perspectiva que se abría, espléndida, frente a nosotros. Sin embargo, la realidad nos fue poniendo gradualmente en nuestro sitio y al final del día casi todos pusimos la misma cara que el gobierno había puesto: ahora-cómo-putas-madres-le-vamos- a-hacer. Yo personalmente ni tengo la mínima idea de cómo y mi instinto me dice que no, que no debemos aceptar la propuesta gringa.
Te había comentado ya, amigo lector, que a mí no me gusta meterme a donde no me llaman, pero al notar la reacción tan lenta de muestras autoridades, me tomé la libertad de redactar el documento con el que México educadamente declina el obsequio estadounidense; si se tardan un día más, yo personalmente lo voy a enviar a Barak por medio del tal Barrientos.
Sr. Presiente Obama.
Los mexicanos agracedemos su gesto de ofrecer a México la anexión de los estados fronterizos de
su país, pero en honor a la verdad no estamos preparados para una empresa de tal magnitud por lo que nos vemos obligados a rehusarla. Asímismo lo invitamos a que reconsidere la posición de su gobierno y que los estados involucrados vuelvan a su estatus original. Nosotros pondremos todo nuestro empeño en que la relación binacional no se complique más por el tema migratorio.
Con la pena pero dice mi mamá que siempre no, que muchas gracias.
Que dice mi mamá que siempre no, que gracias.
SEGUNDA PARTE. Final
Todo el santo día duró la fiesta por el regalo sorpresa y la noche no impidió que continuaran los bailes en las calles de las ciudades, de los pueblos y de las rancherías. Y naturalmente el vino corrió a raudales, mucho vino, bendito vino que nos ayudo a expresar el agradecimiento a los gringos: nuestros primos de siempre ahora son nuestros hermanos. Así es, en la hipócrita hermandad latinoamericana los americanos no caben, pero este día sí; hoy si caben mis carnales americanos del alma. ¡A huevo!
Al otro día, cuando los ánimos fiesteros su serenaron, las interrogantes empezaron a llegar una por una, pero las respuestas no. Eran muchas mis preguntas acerca del suceso reciente, así que opté por consultar a mi contacto permanente -casi espía personal- en Washington, el tal Barrientos.
-Oye Barrientos, tú que estás metido en todo cuéntame por favor qué está sucediendo-, le inquirí.
-Mira hermano, nadie dice nada, acá hay un hermetismo total sobre el tema, pero por ahí me filtraron que la cuestión es meramente económica. Los gringos parece que ya se cansaron de meterle recursos a un barril sin fondo: los inmigrantes no tienen llenadera, dicen. Los estados involucrados son prácticamente una extensión de México; sus habitantes son mexicanos que creen que están en su país todavía. Mira, es como si tu pagaras la música y no pudieras elegir las canciones, en tu propia casa. Así se sienten los gabachos, por lo que escucho. Y si me preguntas por el tema del racismo, déjame decirte que no, que no es por ahí la cosa, lo que quieren es que finalmente los dejen en paz-, me explicó el tal Barrientos. Y lo que me explicó tiene sentido.
La novedad aparentemente tomó por sorpresa al Gobierno de México que no ha dado su punto de vista oficial al respecto. Me imagino que en Los Pinos aún deben estar con cara de ahora-cómo-putas-madres-le-vamos-a-hacer. Pero los que sí reaccionaron pronto, fueron los vividores de siempre, los policastros jurásicos y novatos que han mamado de la generosa chichi del gobierno toda su miserable vida. Ellos llegaron, puntuales, con ideas, con propuestas, con candidatos para administrar la nueva posesión nacional; incluso hasta pagaron felicitaciones y parabienes de media plana en los periódicos nacionales para ¡el Presidente de México! En los corrillos políticos se empezaron a barajar nombres y a hacer apuestas: quién para Los Angeles, quién para Dallas, quién para Houston, quién para Las Cruces, quién para Phoenix, quién para San Diego...
Total que cada quien estaba haciendo sus planes, grandiosos por supuesto, respecto a la nueva perspectiva que se abría, espléndida, frente a nosotros. Sin embargo, la realidad nos fue poniendo gradualmente en nuestro sitio y al final del día casi todos pusimos la misma cara que el gobierno había puesto: ahora-cómo-putas-madres-le-vamos- a-hacer. Yo personalmente ni tengo la mínima idea de cómo y mi instinto me dice que no, que no debemos aceptar la propuesta gringa.
Te había comentado ya, amigo lector, que a mí no me gusta meterme a donde no me llaman, pero al notar la reacción tan lenta de muestras autoridades, me tomé la libertad de redactar el documento con el que México educadamente declina el obsequio estadounidense; si se tardan un día más, yo personalmente lo voy a enviar a Barak por medio del tal Barrientos.
Sr. Presiente Obama.
Los mexicanos agracedemos su gesto de ofrecer a México la anexión de los estados fronterizos de
su país, pero en honor a la verdad no estamos preparados para una empresa de tal magnitud por lo que nos vemos obligados a rehusarla. Asímismo lo invitamos a que reconsidere la posición de su gobierno y que los estados involucrados vuelvan a su estatus original. Nosotros pondremos todo nuestro empeño en que la relación binacional no se complique más por el tema migratorio.
Con la pena pero dice mi mamá que siempre no, que muchas gracias.
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